La migración en El Salvador tiene efectos no sólo para quienes se van sino también para quienes se quedan, ya que esta decisión no es vivida como una decisión en libertad, sino que es forzada por las limitadas posibilidades de salvarse de la pobreza y la violencia, y aunque en los últimos años han aumentado las políticas represivas migratorias, este fenómeno tampoco para de crecer.